¡Hola! Soy Rapska. Y hoy voy a compartirte un poco lo que ha sido mi experiencia con la Working Holiday Alemania.
Mi interés por la WH empezó cuando tenia casi la mitad de edad que tengo ahora, cerca de los 15 ó 16 años, averigüé bastante, pero, hasta este año, jamás me atreví a dar el paso decisivo. Ya casi cumplidos los 30, era mi última oportunidad en muchas de las posibles postulaciones, por lo que tenía que tomar la decisión YA.
Después de un breve análisis entre las opciones disponibles (muchas estaban/están en stand by por pandemia), Alemania fue la opción más acertada.
Comencé con el papeleo en marzo de 2022, conseguí cita en abril (para mayo) y desde ese momento hasta hoy, todo ha sucedido increíblemente rápido. Renové mi pasaporte, me saqué las fotos biométricas, contraté el seguro, fotocopié e imprimí los documentos necesarios y llegué con el estómago revuelto a la embajada el día indicado. Toqué el timbre e indiqué que estaba ahí para una cita a las 14 horas, el guardia me miró y me dijo “Son las 13:30, vuelve en 25 minutos”.
Me llamaron algunos minutos más tarde para ingresar, solo con los papeles (tanto era el nerviosismo en ese punto, que dejé mi pasaporte en la mochila y tuve que devolverme a buscarlo minutos más tarde). Entregué toda la documentación y salí de la embajada con la sensación de que finalmente cumpliría un sueño de toda la vida, experimentar como es vivir fuera de Chile. Dos días más tarde, recibí un correo donde se indicaba que la visa estaba aprobada y que podía retirar mi pasaporte en la embajada a partir del lunes siguiente.
Desde ahí, tres meses pasaron en un abrir y cerrar de ojos, el tiempo se hizo poco para las despedidas familiares y de amigos, decidir que llevar en las maletas y asimilar todo lo que estaba ocurriendo. Mi consejo: Toma todo el tiempo que puedas entre tu cita y tu viaje, uno quiere irse lo antes posible, lo sé. Pero créeme, valorarás cada día adicional que tuviste con tus amigos, tu familia, tu casa y todo lo que, estando afuera, extrañarás.
Llegó agosto, comenzó el viaje. La primera semana en Múnich, fue suficiente para verificar lo que mucha gente dice, es una ciudad cara para vivir y encontrar un lugar para vivir es muy difícil, por lo que, aprovechando el ticket de 9 euros (que se encontraba disponible en ese momento), partí a Dusseldorf. Una semana me bastó para saber que no quería vivir en esa ciudad, aunque no sabría explicar el motivo, pero estar en esta zona me permitió conocer Colonia y entender por qué tanta gente ama esta ciudad. Lo primero que encontré en Colonia, fue el departamento de una pareja que se iba de vacaciones, y ofrecían el piso por tres semanas. Eran tres semanas para buscar algo más permanente y mucho más barato que un hotel, así que podría decirse que fue el primer departamento que alquilé en Alemania. Aproveché este tiempo para conocer la ciudad y sus alrededores, el museo del chocolate, el castillo del dragón, un sinfín de parques, los diversos puentes del Rin, la Gamescom que se realizó precisamente durante esos días, Phantasialand, obviamente la Catedral de Colonia (Kölner Dom), y así muchos otros lugares. Sin embargo, no todo es color de rosa, dos semanas más tarde, y con más de 450 solicitudes enviadas en ese punto, seguía sin encontrar un departamento permanente, que me permitiera realizar el “Anmeldung” y que se encontrara dentro del presupuesto. Casi al borde de la desesperación, algunos días antes de tener que entregar el que había sido mi hogar por ya casi tres semanas, apareció un departamento que se ajustaba a todas mis necesidades, disponible por un período de tres meses. Una vez instalado, lo primero que debí hacer, fue el proceso del Anmeldung, el cual es mucho más simple y rápido de lo que uno cree. El lugar es similar al registro civil en Chile, atienden por orden de llegada y básicamente lo que haces es registrarte en la ciudad. Esto te habilita para trabajar, y se te asigna un TaxID (el equivalente alemán al RUT chileno, en pocas palabras, el número que te identifica para pagar impuestos) que llega por correo físico unos días más tarde.
Hasta ahora, la experiencia ha sido muchas cosas, relajante y estresante, alegre y nostálgica, a ratos se siente la inseguridad de no estar en tu país, de no saber el idioma, de no conocer a fondo la cultura y como son las personas en el lugar donde te encuentras, pero a la vez, sientes que estás logrando algo que nunca antes hiciste, que vas consiguiendo objetivos uno tras otro, encontrar un lugar donde vivir, registrarte en una ciudad, encontrar trabajo. Hay días en que uno piensa que no lo va a lograr, o que quizás mantenerse en su zona de confort podría haber sido una buena opción. Y si, es posible que, para algunas personas, mantenerse en su zona de confort sea una opción mejor, pero la única forma de saberlo, es dando el paso y atreviéndote. Después de todo, siempre puedes volver al lugar donde empezaste, pero nunca sabrás si quieres volver si no te has ido.